Los focos rojos de las asociaciones feministas se han encendido en la zona sur de Tamaulipas y norte de Veracruz debido al alza considerable en las agresiones y feminicidios que se han registrado en los últimos días.
Entre el sábado y el martes fueron asesinadas una mujer al día, sumando cuatro hijas, amas de casa o madres que fueron ultimadas con saña brutal, a cuchilladas, balazos o por estrangulamiento.
Esta ola comenzó en Pánuco, donde durante el sábado 16 de septiembre una mujer fue encontrada ultimada a balazos en la zona centro de lo que es el municipio más grande de Veracruz.
Al día siguiente, el domingo otra fémina fue encontrada muerta, también a balazos, en una brecha de terraceria que conduce al poblado de Villa Cacalilao con la misma a características de violencia.
Todo parecía que quedaba ahí por al empezar la semana, el lunes 19 de septiembre siguió Guillermina Parrilla Santiago, la empleada doméstica que se encontró muerta a cuchilladas en la colonia Ampliación Unidad Nacional.
Ella era acosada por su ex pareja sentimental, quien aparece como el principal sospechoso de este artero crimen que se dio por lo menos de diez piquetes en pecho, costado y brazos.
Y para que el drama se desbordara ayer, 19 de septiembre, además del temblor en la Ciudad de México, en la colonia Laura Aguirre de Tampico se dio otro caso de feminicidio.
Se trata de Carmen Obispo Hernández, de 21 años de edad, originaria de Xilitla, quien se sospecha fue atacada por un mismo familiar, al parecer su primo que es buscado por las autoridades.
El problema es que para la Procuraduría General de Justicia del Estado no hay casos de feminicidio, ya que no los tipifican como homicidio simple, ocultando la verdadera violencia que se ejerce contra el género femenino.
Las mujeres alzan la voz por medio de asociaciones como Mujeres Unidas y el Encuentro Nacional Feminista que siguen alto a la violencia contra las mujeres que en la mayoría de las ocasiones comienza en casa.
Convocan a la unidad, a informarse y actuar en defensa de todo el sector, sin señalamientos y menos descalificativos, sino actuar como un gran frente común en beneficio de ellas mismas.
Muchas, sobre todo las tamaulipecas y veracruzanas, se niegan a denunciar a sus agresores, mientras que la violencia se vuelve sistemática y un peligro para su vida.
Pareciera que a las autoridades les aterra la palabra feminicidio y prefiere evitarla y ocultarla tras el calificativo de homicidio, sin importarles que en calles de Tampico, Ciudad Madero y norte de Veracruz las mujeres corran un verdadero riesgo, incluso de muerte.