A poco más de un mes de comenzado el proyecto de gobierno encabezado por Adrian Oseguera Kernion han quedado en evidencia las primeras malas decisiones que se han tomado.
Y se trata de la designación de Sandra Ibarra Gómez como directora de turismo, habiendo ya metido en varias ocasiones a la administración morenista en contradicciones y aprietos.
Y es que la priista, estuvo en Tampico durante la administración de Magdalena Peraza Guerra, simplemente no le da el cerebro para la toma de decisiones acertadas.
Primero se adelantó y dijo que el alcalde retomaría la marca Tampico – Miramar, que ya era una decisión tomada, aún cuando el alcalde Oseguera había dicho que se iba a someter a consulta ciudadana.
Después dijo que el Centro de Atención y Protección al Turista (Capta) había sido quitado por el gobierno de Francisco Javier García Cabeza de Vaca a la administración de Oseguera, lo que el mismo alcalde tuvo que salir a desmentir asegurando que ese fue retirado desde el gobierno anterior.
Después salió con la puntada que ya había avances para un carnaval conurbado cuando ningún presidente municipal ha establecido platicas al respecto.
Y la última fue este jueves cuando reveló que a casi mes y medio de gobierno no ha hecho absolutamente nada para promocionar a playa Miramar en el Valle de Texas y generar la llegada de los paseantes invernales para el 2019.
Que hasta el próximo martes tendrá una reunión con gente de Monterrey para ver cómo se ve el asunto, poniendo en riesgo los avances que se tuvieron en la administración pasada al respecto.
Y es que la dentista Ibarra llegó al puesto solo por tener un hotel en playa Miramar, que por cierto es propiedad de su padre, porque de tácticas de mercadotecnia, turismo y promoción está en ceros.
Pero no conforme con ello la soberbia le gana y la muy osada solo busca salir en la foto a lado de Oseguera aunque para ello tenga que empujar a regidores o directores de área.
No es posible que la más importante dirección, en la que el alcalde Oseguera busca generar grandes cambio, esté en mano de alguien que verdaderamente se la ha pasado dando palos de ciego.