El odio contra las mujeres es un fenómeno en crecimiento en Ciudad Madero, donde pareciera que absolutamente a nadie le interesa frenar este fenómeno que ha cobrado ya varias vidas ante la mirada indolente del gobierno.
En los últimos cuatro años la embestida al sector femenino en la tierra petrolera ha sido brutal, sin que a la fecha se tenga un programa que genere conciencia de respeto, no solo en escuelas, sino también en oficinas y sobre todo en el hogar.
Únicamente asociaciones civiles y feministas han alzado la voz, repartiendo silbatos y ahora el llamado violentómetro, como un esfuerzo para detener los crímenes de odio a sus similares en Madero.
Pero quienes deberían estar ideando algo pensado y con apoyos de especialistas son los gobiernos, desde el municipal hasta el federal, pero pareciera que las muertes pasan y absolutamente a nadie le duelen.
El flamante director de Bienestar Social, Adrián Cruz, de quien dependen organismos como el Instituto de Atención a la Juventud y Municipio Saludable se desgasta básicamente en adular al alcalde Adrián Oseguera, con intensiones de ser su sucesor.
Dejan sola y sin recursos a la encargada del Instituto de a Mujer, Emma Delia Herrera Melo, quien con eventos de empoderamiento y talleres bastante limitados es poco lo que puede impactar en un problema tan complejo.
Y es que en base a reportes periodísticos del 2015 a la fecha van ocho asesinatos de mujeres, de las cuales al menos siete han sido justamente en Ciudad Madero y en casi un lustro nadie ha hecho nada.
¿Qué esperan? Que mate a alguna hija de alguien destacado y que se vuelva un escándalo mayúsculo para ponerse a trabajar por que hasta el momento la insensibilidad del actual y los pasados gobiernos es evidente.
Los asesinatos de Benazir, Jesica, Marisela, Guille, María del Carmen, entre otras no pueden pasar desapercibidos, en una sociedad que ha perdido completamente el respeto a la vida y a sus similares.