No se acaban los problemas para los fabricantes de automóviles alemanes, considerados durante mucho tiempo como la joya de la corona de la economía del país. Volkswagen, Mercedes y BMW han visto menguar sus beneficios años tras año y perder ventas en todo el mundo.
Mientras batallan por volver a su antiguo esplendor, muchos expertos afirman que la industria no supo adaptarse y sigue anclada en un viejo modelo industrial mecánico que ya no funciona.
Y es que la mayor parte del valor de los automóviles eléctricos modernos reside en el software y la batería, y no tanto en las piezas de ingeniería que dieron fama a los vehículos germanos.
Además, sus directivos tardaron en reconocer el cambio hacia los vehículos eléctricos y ahora tienen dificultades para competir con nuevos participantes como Tesla y los fabricantes chinos.